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Viajando en tiempos de cuarentena



El pasado fin de semana me encontraba con mis padres almorzando y les decía que ya casi se cumple un año de mi visita a la mágica Ciudad de New Jersey, que eran los días en que las noticias por el covid-19 eran los tops de las redes sociales y que toda actividad empezaba a cerrarse por los futuros periodos de cuarentena que se fueron decretando, y que a la vez me dejo una de las experiencias más curiosas que hasta el momento he podido vivir.


 

Todo comenzó cuando…

Me gusta planificar mis vacaciones anuales con anticipación, eso me permite tener control de mis gastos, actividades a realizar y lugares a visitar, era la segunda semana del mes de marzo 2020 y me encontraba en New Jersey visitando a unos parientes, lo que se dice aquí, es cierto. Allá pasan las noticias un poco más crudas que aquí, y el tema tendencia era el avance que estaba teniendo el covid-19 por todo el mundo. No era el primero, pero si era el primer virus que la humanidad actual ha enfrentado. A nuestra generación le toco encontrase con uno de esos catalogados como de extensión, exagerado o no, atrás quedaban aquellas voces que decían: “nombreee!! Si vas a ver que en un par de semanas va a pasar todo esto”. Y otras más optimistas que decían: aún está lejos, sigue en China, aaah aún está lejos, está en Europa; aaah aún está lejos seguíamos diciendo.


Conocer Estados Unidos es interesante, y que mejor lugar para hacer turismo que la Gran Manzana, la Ciudad que nunca duerme, la ciudad de New York, como toda gran Urbe, un lugar con un ritmo acelerado, donde o te adaptas o te pasan llevando. Era increíble que mientras en algunas partes del Estado comenzaba su confinamiento, en la parte donde me encontraba la vida seguía como si nada, realmente comprendí la diferencia que puede hacer estar a miles de kilómetros de un lugar. La cosa no pintaba nada bien según las noticias, el virus había llegado a nuestro Continente y ya no lo veíamos tan lejos, las noticias de cierre de escuelas, centros comerciales, lugares de trabajo, restaurantes y todos aquellos lugares de concentración de personas eran como la antesala de lo que se nos venía encima. Sumado a eso, la idea de cerrar fronteras de algunos países y con la suspensión escalonada que se estaba dando de vuelos me llevo a la conclusión de que mi regreso al país lo tenía que adelantar.


Fue así como, tuve que adelantar mi salida del gran país del norte un día antes de lo previsto, gestionar con la aerolínea la modificación de vuelos, y para mi buena fortuna salir un día 16, ya que mi idea era salir un día 17 y regresar al país un día 19, fue una modificación total al itinerario pensado, si le agrego que antes de regresar al país, hacia una escala de tres días en Costa Rica, aquí comenzaba la aventura del regreso.



Despedirme de mis parientes pasada la medianoche del lunes 16, bajo un gran frio, porque tenía que estar de madrugada en el aeropuerto para tomar mi vuelo y hacer la respectiva escala en Atlanta era como iniciaba todo. Las buenas madrugadas del taxista fueron. “ya de regreso a su país”. Aaaah sí, le respondí. Es lo mejor que puede hacer me dijo, ya escucho las noticias, me seguía diciendo. El gobernado de aquí ha dicho que toda actividad se cierra a partir de hoy y mi hijo que está en España me dice que la cosa está bien amolada por allá.


Mientras lo escuchaba me decía a mí mismo, cada uno vivirá todo esto muy a su manera.

Estando en el Aeropuerto de Newark N.J., comencé a dimensionar un poco lo que se avecinaba, y es que aquello parecía película de zombis, éramos contadísimas las personas que pude ver, que estaban en la espera de su vuelo. Si lo vivido ahí era para sorprenderse, lo que vi en el aeropuerto de Atlanta, uno de los más grandes del mundo era realmente para asustarse. Lo primero que hice fue lo que la lógica me indicaba, buscar la puerta de mi vuelo y una vez ubicada, cerciorarme de que estaba en el lugar correcto.

Llegue al mostrador y pregunte si era la puerta de mi vuelo, ya que no había ninguna persona en los alrededores, lo que me admiro si lo comparaba con lo que fue la entrada a ese país, y ver mares de gente pasando por esa terminal aérea, les pregunte por una cafetería cercana y fui a comprarme algo que ya extrañaba demasiado, un buen café.

Me encontraba en el área de recepción de pasajeros terminando de desayunar cuando una de las aeromozas se me acerca y me llama por mis apellidos, y me dice que ya `puedo abordar si lo deseo, lo cual me sorprendió totalmente ya que me preguntaba cómo me pudo identificar de entre las listas de pasajeros.


Bueno, tuve mi respuesta al atravesar el túnel del embarque y darme cuenta que era el único pasajero que vendría en el vuelo de regreso a El salvador, una situación demasiado curiosa, ya que en cualquier viaje a todos nos pasa siempre alguna situación rara, pero lo que estaba viviendo en ese momento quedaría en la posteridad me dije, tan insólito era ese momento que el mismo capitán de la nave me pidió que le permitiera tomarnos unas fotos, dicha solicitud la hizo acompañada de la siguiente frase: “en mis más de veinte años de vuelo, jamás me había pasado esto (llevar un solo pasajero) y lo quiero compartir con mis compañeros de trabajo y mi familia”, simplemente no me podía negar.



 

De clase turista a primera clase

En serio, que fue tanto el asombro de la tripulación ante lo que estaba ocurriendo que por órdenes del capitán podía sentarme donde quisiera, mi alimentación fue cambiada de clase económica a un menú de la primera clase, y que decir del personal, si me tenían como solemos decir “boquita que quieres”, y es que cada cierto tiempo me pasaban preguntando si quería agua, café, soda, vino. Y pues, en vista de que no esperábamos a nadie más, se solicitó permiso a la torre de control para poder despegar con media hora de anticipación a la hora programada.


Mientras volábamos trataba de pensar en lo menos posible de lo que me esperaba al llegar al país, fue así que, al aterrizar en horas del mediodía, fui recibido por personal de Migración y Minsal, los cuales siguiendo los protocolos que se habían establecido, procedieron a realizar los trámites migratorios y los chequeos médicos respectivos, y así, con el pasar de las horas adentro del aeropuerto, mientras esperaba que me indicaran el lugar donde pasaría mi confinamiento, me dio tiempo de reflexionar sobre lo que fue esta experiencia, que quizás no tuvo el cierre pensado, que fue un poco a la carrera por la situación que estábamos viviendo, pero que como alguien me dijo. “si no nos vamos a poder quitar la cuarentena, que la cumplamos, pero aquí en el país”, una frase que con el paso del tiempo se volvió muy significativa, y así iba terminando esta aventura, y comenzaba otra, la de la Cuarentena, pero esa ya es otra historia…



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